lunes, 4 de enero de 2016

La vida con los Smartphone

Caminando por la calle, en el Transmilenio, de camino al trabajo, de vuelta a casa, el avión, la sala de espera de la cita de lo que sea, en el restaurante y en las filas, se observa con frecuencia a las personas consultando el Facebook, el Twitter, enviando o leyendo mensajes, tomando fotografías y mucho menos leyendo prensa o  un libro digital.

En cualquier lugar, los habilidosos pulgares se mueven rápidamente sobre el teclado digital; no hace mucho, solo los usábamos para golpear la barra espaciadora de un pc y como complemento para tomar objetos. Esta concentración sobre el sobre el celular ha hecho que el cruce de miradas sea menor, algunos se ríen solos o cambian de expresión cuan leen, escuchan o ven algo en sus pantallas, otros más, principalmente los jóvenes alternan las consultas con mensajes y música; además del celular, sus cabezas portan enormes audífonos - otra tendencia, lo retro -.

Como consecuencia del uso permanente de los celulares, pareciera que se mejora visión periférica; caminando no despegan sus ojos de la pantalla del celular, sin embargo, aunque rara vez se ve caer algún internauta en los cráteres de nuestras vías - hasta la vida se puede perder (ver video) -. La audición se ve disminuida con los aditamentos que portan y impiden escuchar ruidos que avisan de algún peligro - los audífonos a gran volumen limitan la escucha -

Si el escenario es el trabajo, la atención y la concentración en los puestos de trabajo ha bajado, se está pendiente de contestar el Whatsapp; las risas y eventualmente la ira pueden delatar al funcionario. Las reuniones de trabajo se han vuelto poco participativas porque muchos están desinteresados y mucho más porque no se dan cuenta de lo que está tratando - están ocupados con la mensajería -. 

Para otros más el "smartphone" resulta una salida a una tediosa reunión, prefieren comunicarse con la oficina o ir adelantando otras tareas, en otros momentos tal vez para leer y contestar correos.

Podríamos inferir que la tecnología nos ha expuesto más a los riesgos de la cotidianeidad, primero porque se da la oportunidad a los bárbaros a que roben, en otros más, porque descuidamos las imperfecciones y obstáculos del piso. La más peligrosa resulta ser la combinación entre la consulta y la conducción; ponen en riesgo su propia integridad y consecuentemente la de muchos más. Adicionalmente la decisión puede resultar onerosa; el comparendo puede aparecer y si hay algún choque, habrá que pagar los daños propios y los del un tercero. Si se trata de relaciones interpersonales, algunos estudios indican también que la felicidad se ve reducida por la necesidad de mantenerse conectado.

Obviamente no todo es malo, un smartphone bien empleado resulta muy útil: por ejemplo para el conductor; redes sociales como Waze le muestran el estado de las vías, accidentes, sistemas de identificación de controles de velocidad, policías en la vía y sugieren rutas para hacer los desplazamiento en menor tiempo; sin duda la mejor red social para quien conduce un vehículo. Como muchas cosas puede resultar incómodo, muestran donde estamos localizados. Muchos más utilizan los celulares para compartir fotografías y vídeos en eventos, sitios turísticos o hacer de fotorreportero, y bueno de vez en cuando para hacer llamadas.

Sería extraño en actual mundo digitalizado encontrar a alguien que carezca de un celular y cada vez más, con un celular que tiene acceso a internet. Un uso adecuado nos puede facilitar la vida o como se ha tratado de llamar la atención esta nota; puede se una molestia para la vida de muchos.

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